martes, 1 de septiembre de 2009

Syldavian



Mientras bajaba por la pasarela de embarque para abordar el avión, la mente de Iván Burns bullía con los pensamientos y recuerdos que brotaban sin control. Iván se sentía incómodo, nervioso, no le gustaba viajar con esta compañía aérea, Syldavian.

Y es que hasta unos pocos meses antes, Iván Burns había sido el presidente y máximo responsable de esta empresa aeronáutica. Nunca viajaba en ella si podía evitarlo, pero ese día necesitaba viajar de Klow a Szohôd con su mujer y sus hijos, y los aviones de Syldavian eran los únicos que operaban esta ruta.

Iván odiaba los embarques, avanzar lentamente hacia el avión, estar rodeado de gente, el ruido, las conversaciones, la amable sonrisa de bienvenida de la tripulación,… Iván Burns era un misántropo.

Mientras deambulaba lentamente, a pocos pasos ya de la entrada del avión, recordó con amargura la partida de repuestos para motores que había comprado a bajo precio en el mercado clandestino un mes antes de dejar el puesto ¿De dónde procedían? Ni lo sabía ni quería saberlo, pero un cierto desasosiego dominaba su conciencia pues en su fuero interno sabía que algún día esos repuestos podrían causar una catástrofe.

Cerca de la puerta pudo vislumbrar la figura del Comandante que se encontraba de espaldas, le recordaba a Mihail Gordov, un piloto de la compañía al que Iván despidió personalmente. Despreciaba a ese tipo, el muy entrometido no paraba de indagar en el mantenimiento de los aviones de Syldavia, las reducciones de costes, la falta de repuestos, el empeoramiento del entrenamiento de los pilotos,… Si no llega a pararle los pies, cualquier día hubiese descubierto lo demás…

Por cierto que tenía que devolver una llamada del nuevo presidente que según dijo su secretaria le quería comentar algo sobre el Comandante Gordov.

Iván alejó estos pensamientos de su mente mientras abordaba la nave y un amago de sonrisa alteró su tétrico rostro al recordar la millonaria indemnización que había percibido a pesar de que supuestamente había dejado el cargo por “razones personales”.

La realidad era muy distinta, Iván había sido cesado fulminantemente por el Consejo de Administración pues en el periodo de su presidencia se acabó con doce años de beneficios, la Compañía había perdido dos tercios de su valor en la Bolsa y la ocupación de sus aviones caía abruptamente.

Iván se sentó solo y se abrochó el cinturón de seguridad. Su familia ocupó en silencio el resto de los asientos de clase preferente de la aeronave. Iván los miró con tristeza y se sumió de nuevo en sus pensamientos.

Era consciente de que no había sido un buen padre, no tenía paciencia para los niños y además las interminables jornadas de trabajo no le habían permitido tener mucho contacto con ellos. Habitualmente salía de casa antes de que sus hijos se levantasen y volvía cuando ya se habían acostado. Eran unos extraños para él, pero el trabajo lo había sido todo y ahora que éste le faltaba no sabía como recuperar el tiempo perdido. Los quería, pero los sentía lejanos. Quizá en el futuro podría hacerlo mejor con sus nietos.

Por un momento, mientras oía como los motores del avión se ponían en marcha, sintió miedo, viajaban todos juntos, en un avión de Syldavian, la Compañía que el había presidido, ¿Qué ocurriría si todos aquellos agoreros como el Comandante Gordov tenían razón?

Iván se sentía nervioso mientras el avión rodaba hacia la cabecera de pista, un sudor frío bañaba su rostro y un ligero temblor sacudía sus manos. Miró por la ventana, era noche cerrada y llovía torrencialmente. Se santiguó.

El avión comenzó el despegue, los motores rugieron a plena potencia mientras el avión adquiría velocidad hasta que inició el vuelo, entre los vaivenes del viento y la lluvia. Iván se retorcía en su asiento intentando no pensar en nada.

Pocos segundos después del despegue se oyó una explosión y se sintió una fuerte guiñada, Iván miró nerviosamente por la ventana para descubrir que del motor derecho salían fuertes llamaradas.

Se acordó de Gordov, de los repuestos, del mantenimiento, de su familia que se encontraba con el en el avión,… Todo lo había hecho mal, se arrepintió de todo…, demasiado tarde…, en ese momento se sintió morir…

Cuando despertó en aquel hospital, entubado, rodeado de maquinas, pudo oír unas voces procedentes de una radio. Abrió los ojos y prestó atención al locutor de las noticias:

“Un avión de la Compañía Syldavian ha sufrido un aterrizaje de emergencia después de que uno de sus motores estallase en vuelo al parecer por una pieza defectuosa”

“Gracias a la pericia del Comandante Mihail Gordov que se encontraba a los mandos no hay que lamentar ninguna víctima mortal y tan hay sólo una persona hospitalizada después de sufrir un ataque cardiaco”.

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